Pedro Juan Caballero - Thursday, 03 de July de 2025 |
Orar. En el Nuevo Testamento, Jesús nos enseña cómo podemos relacionarnos con nuestro Padre Dios. Esta experiencia de la oración la han tenido miles de personas a lo largo de los siglos, pero en ocasiones no sabemos cómo dirigirnos a Dios o no tenemos certeza de que nos atienda.
¿Cómo dialogar con Dios? ¿Qué significa orar?
Todos los hombres están llamados a la comunicación con Dios. Por la creación, Dios llama a todo ser desde la nada a la existencia. Incluso después de haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios, el hombre sigue siendo imagen de su Creador. Conserva el deseo de Aquel que le ha creado y le busca.
Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Dios es el que toma la iniciativa en la oración, poniendo en nosotros el deseo de buscarle, de hablarle, de compartir con Él nuestra vida. La persona que reza, que se dispone a escuchar a Dios y a hablarle, responde a esa iniciativa divina.
Cuando rezamos, es decir, cuando hablamos con Dios, el que ora es todo el hombre. Para designar el lugar de donde brota la oración, las Sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces): Es el corazón el que ora.
El corazón es nuestro centro escondido, sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro con Dios, de la relación entre Dios y cada uno de nosotros personalmente.
La oración no se reduce al brote espontáneo de un impulso interior: para orar es necesario querer orar y aprender a orar. Aprendemos a hablar con Dios a través de la Iglesia: escuchando la palabra de Dios, leyendo los Evangelios y, sobre todo, imitando el ejemplo de Jesús.
¿Puedo hablar con Dios y escucharle?
Sí, En el Antiguo Testamento, Abrahám, Moisés y los profetas hablaban y escuchaban a Dios. En el Nuevo Testamento, Jesús nos enseña cómo podemos relacionarnos con nuestro Padre Dios. Los santos son ejemplo de que en cualquier época y circunstancia Dios busca a cada persona y ésta puede responderle manteniendo con Él un verdadero diálogo.
¿Cómo rezaba Jesús?
En el Nuevo Testamento el modelo perfecto de oración se encuentra en la oración filial de Jesús. Hecha con frecuencia en la soledad, en lo secreto, la oración de Jesús entraña una adhesión amorosa a la voluntad del Padre hasta la cruz y una absoluta confianza en ser escuchada.
Jesucristo nos da testimonio de que está en continua comunicación con su Padre y nos invita a hacerlo. En su enseñanza, Jesús instruye a sus discípulos para que oren con un corazón purificado, una fe viva y perseverante, como hijos que hablan con su Padre.
La oración de la Virgen María, en su Fiat y en su Magnificat, se caracteriza por la ofrenda generosa de todo su ser en la fe, por eso nuestra Madre es también modelo de oración, de persona atenta a lo que Dios le quiere decir para responderle.
El Evangelio de san Lucas nos ha transmitido tres parábolas en las que Jesús habla de la oración:
- “El amigo importuno” , que invita a una oración insistente. “Llamad y se os abrirá”. Al que ora así, el Padre del cielo “le dará todo lo que necesite”.
- “La viuda importuna”, está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe.
- “El fariseo y el publicano” se refiere a la humildad del corazón que ora: “Oh Dios, ten compasión de mi que soy un pecador”.
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