Pedro Juan Caballero - Tuesday, 10 de September de 2024 |
De entre los muchos que creyeron en Mr. Johnson, incluidos, quién diría, actores y actrices de Hollywood, algunos vinieron a Pedro Juan Caballeo para posesionarse, de hecho, de la propiedad adquirida a través de negociaciones hechas a distancia. La gran mayoría, entretanto, prefirió confiar en la administración central de la empresa el cuidado y mantenimiento de sus bienes por el sistema de condominio.
Y cuando todo parecía que iba viento en popa en todos los ámbitos del gigantesco complejo agrícola, donde el hervidero de hombres y maquinas era una constante noche y día, los inexperientes (o ingenuos) “gringos” comenzaron a sentir en carne propia los efectos dañinos del “malandraje” criollo traído de los yerbales de otrora por un gran número de peones genuinamente fronterizos que, en complicidad con algunos fiscales deshonestos e inescrupulosos, y hasta aisladamente, inflingieron cuantiosos daños de orden financiero a los cofres en principio generoso de la CAFE que, obviamente, no pudo o no supo soportar por mucho tiempo el impacto negativo de la rastrera acción. La historia era siempre la misma, pagar el triple por apenas un tercio del trabajo contratado.
Consecuentemente, la solidez de la empresa se vio seriamente amenazada. Después de cierto periodo de felicidad colectiva, paradojalmente, la quiebra comenzó a merodear poco tiempo después de que el dinero haya corrido suelto y generoso para alcanzar la meta trazada.
Como si todo eso fuera poco, prácticamente en víspera de la primera cosecha a que se llegó a pesar de los pesares, la que era esperada como “una salvación de la patria”, sobrevino lo imponderable, o dicho de otro modo, lo que mucha gente poseedora de una sabiduría criolla e infalible creyó ser una terrible venganza de Diosa Natura contra aquellos que atentaron contra sus inmutables principios: una gran helada que quemó hasta las raíces más de dos millones de cafetos ya curvadoS de frutos.
Del calamitoso fenómeno climático, que se repitió en otras dos ocasiones, no se salvaron ni la Estancia Estrella, de Geremías Lunardelli, ni la Cafetalera Paraguaya S.A., un grupo paraguayo que se había instalado en la región de frontera en la misma época, y mucho menos la Compañía Americana de Fomento Económico (CAFE), cuya quiebra, con toda la secuela imaginable, fue inmediata e irreversible.
Próxima entrega: “Inútil inversión” (Final)