Pedro Juan Caballero - Sunday, 29 de June de 2025 |
En el exclusivo barrio Palermo de Buenos Aires, Rca. Argentina, había, como otras tantas, una mansión en la que el pianista era el jefe de la familia, quien por lo general, los fines de semana organizaba tertulias, a veces familiares y otras de amigos, a quienes deleitaban con sus interpretaciones cada vez que se hacía una pausa sobre el tema que se estaba abordando. Así, entre charlas, sanas discusiones, risas y música de piano, pasaban largas horas.
Además de estas tertulias, el jefe de la familia, y pianista a la vez, acostumbraba ejecutar el piano todas las tardes de 16:00 a 17:00 horas, teniendo como única oyente a su pequeña hija de 3 años y a nadie más. Los años fueron pasando, y como es la ley de la vida, cada uno de los miembros de la familia, fueron partiendo uno a uno rumbo a la eternidad, entre ellos, la niña de 3 años, ya adulta mayor, cuyos descendientes, como herederos, tomaron posesión de la mansión, cuyos muebles, incluido el piano, permanecían intactos.
Como todos ellos, tres hermanos para ser más exactos, tenían ya sus propias familias sus casas, decidieron que lo mejor, para que no se deteriore, darla en alquiler, y así lo hicieron. Atendiendo al anuncio de “Se alquila casa en Palermo”, publicado en un diario (no había aún internet ni redes sociales), una familia recién llegada de Francia para cumplir una misión diplomática, se puso en contacto con el encargado de alquilar, y tras verificar la casa, que en realidad era una mansión, cerraron el trato por un año, con opción a una eventual prorroga.
Al igual que los ocupantes anteriores, el jefe de familia, integrada por su esposa y dos hijas de 12 y 8 años respectivamente, tenía como modo de diversión y pasatiempo ejecutar el piano al final de la tarde, menos los días sábado y domingo.
Un hecho que le llamaba la atención a este señor, es que cada vez que se sentaba y comenzaba a ejecutar, sentía entre las piernas como si hubiese mosquitos o algo parecido. Era algo tan común, que a pesar de lo intrigante, dejó de darle importancia y de cuestionarse sobre de que se trataba realmente.
En cierta ocasión, durante una cena benéfica en un restaurante emblemático llamado “Las Nazarenas”, el hombre y su esposa se encontraron como el dueño que les había alquilado la casa. Comenzaron a entablar una amena conversación, y entre tragos y bocaditos que antrcedieron al discurso de bienvenida y a la cena, le vino a la mente al hombre el tema relacionado con las veces que ejecuta el piano.
En una primera reacción, el dueño de la casa trató de disimular como si no hubiera entendido, pero ante la insistencia del inquilino, no tuvo otra salida que la de contarle, que cuando su abuelo ejecutaba el piano todas las tardes, su madre, que en aquel entonces tenía 3 años, acostumbraba entrar debajo del piano para jugar, y a cada momento le tocaba las piernas a su papá como advirtiéndole de que ella se encontraba allí.
Radio Imperio 106.7 FM