Pedro Juan Caballero - Saturday, 05 de July de 2025 |
Si pensó en ZP 31 Radio Mburucuyá, no se equivocó amigo/a lector/a, la otrora “voz de los sin voces”, la caja de resonancia de las inquietudes ciudadanas, la que a través de un simple artefacto de metal llamado micrófono y de sus ondas emitidas a kilómetros de distancia en 360º a la redonda a través de una potente antena, se solidarizaba y muchas veces le daba solución a esas inquietudes, pasó a ser una simple estación repetidora, que no aporta absolutamente nada a la comunidad.
En diciembre de 1975, hace 49 años, un joven licenciado en Literatura, llamado Santiago Leguizamón Saván, tuvo la brillante idea de instalar en este lejano rincón de la patria, una emisora de radio que le haría compañía, a la que hasta ese entonces, era la única radioemisora, “La Pionera”, ZP 15 Radio “La Voz del Amambay”. En aquel lejano diciembre de 1975, la población pedrojuanina escuchaba por primera vez en sus receptores de radio, la frase, “ZP 31 Radio Mburucuyá , la flor del Paraguay” o “ una emisora con nombre de leyenda”.
Para comenzar sus actividades, el joven emprendedor incorporó a su staff periodístico y operativo, a grandes figuras de la locución nacional, y a la par, a jóvenes valores locales que se fueron formando hasta llegar a ser ellos quienes posteriormente tendrían en sus manos el funcionamiento de la radio, llámense locutores, operadores, productores, cronistas etc.
El primer estudio de la radio estuvo en un salón comercial, ya demolido, ubicado en la esquina de Mcal. López y Alberdi, hasta que 1 año 8 meses después, se mudó a su local propio ubicado en el barrio María Victoria, sobre la calle Rubio Ñu, por aquel entonces muy despoblado aún.
El apelativo de “la voz de los sin voces”, tuvo su origen en una forma distinta de hacer radio, incorporada por Santiago Leguizamón, quien abrió los micrófonos al pueblo, para que en forma directa, a través de llamadas telefónicas al aire, manifieste sus inquietudes. Esa forma de hacer radio, le dio una voz a la población menos favorecida, para realizar denuncias de hechos desfavorables que nunca antes podían ser denunciados porque no había dónde, y si lo había, porque sí lo había, no eran escuchados ni mucho menos atendidos.
Además de esto, Santiago adoptó una postura crítica en contra de hechos reprochables y personajes que se creían intocables, dejando al descubierto negocios ilícitos, arbitrariedades cometidas contra ciudadanos honestos y trabajadores que debían aguantar callados tantas injusticias. Y fueron éstos mismos protagonistas, funestos personajes, quienes, al más puro estilo del entonces cadente “crimen organizado”, muy arraigado ya en la frontera, solucionaron el problema de la única manera que sabían hacerlo, asesinando cobardemente a la persona que los exponían como delincuentes que eran, ante la opinión pública.
A pesar de la ausencia física de Santiago, de la mano del Holding de Radio Ñanduti, Radio Mburucuyá continuó siendo un ícono y gran referente de la comunicación radial en esta parte del país, siguió siendo , “la voz de los sin voces”, hasta que, un par de años atrás, con el fallecimiento de Humberto Rubín, todo un símbolo de la radiofonía nacional, la radio pasó a manos de un grupo empresarial, al cual no le importó en lo más mínimo que Radio Mburucuyá siga siendo una radioemisora auténticamente pedrojuanina y en plena actividad al servio de la población. Simplemente la hicieron desaparecer como tal, y la convirtieron en una vulgar y para nada útil, estación repetidora.
Alejo A. Mendieta