¡Ingratitud!
Fecha: 2023-03-07 11:27:06 AM
COMENTARIO: “Cuando uno está en condición tiene amigos a granel, pero el destino es tan cruel que hasta al abismo nos tira, hoy veo que todo es mentira, no hay tal amigo fiel”, reza una canción interpretada por el cantante ecuatoriano Julio Jaramillo, y tiene mucho de verdad en realidad, si no, que lo diga el recientemente destituido DT de Olimpia, Julio Cesar Cáceres.


Cuando el club Olimpia, el más grande del fútbol paraguayo junto a su archirival Cerro Porteño, fue sancionado por la FIFA debido a deudas millonarias impagas, no podía incorporar jugadores, por lo que se vio obligado a jugar los torneos locales e internacionales con jugadores debidamente habilitados, impedido de incorporar refuerzos.

Fue así, en esas limitadas condiciones, el otrora jugador de la selección paraguaya, Julio Cesar Cáceres, apodado “El Emperador” por su imponente presencia y estilo de juego, asumió el gran compromiso e dirigir al equipo franjeado.

Con los jugadores disponibles, se inició un proceso que en sus comienzos no fue para nada auspicioso, hasta que, de un momento a otro, la maquinaria franjeada comandada por “el Emperador” comenzó a funcionar dejando como resultado 10 victorias seguidas que derivaron en la conquista de la Copa Paraguay, la Súper Copa Paraguay y el campeonato Clausura 2022 de manera incuestionable.

Cuando la FIFA  le levantó la sanción al Club permitiéndole realizar incorporaciones de nuevos jugadores, el Club puso a disposición del DT Julio Cesar Cáceres jugadores de primer nivel, capaces de conformar un plantel por demás competitivo, y en realidad así fue, solo que al parecer la piezas del engranaje no encajaron en un primer momento, y bastó que de 9 puntos disputados en el Torneo Apertura, Olimpia ganara apenas 2, incluido el empate en el Súper Clásico,   para que la dirigencia franjeada, adornada con bellas palabras de agradecimientos, promesas de un encuentro futuro y la hipócrita expresión de “esta será siempre tu casa”, destituyó sin mayores explicaciones al Director Técnico que en los peores momentos puso pecho para enfrentar la situación.

La ingratitud, puede que no sea uno de los 7 pecados capitales, pero es la actitud más ruin, más mezquina y más reprochable que pueda tener el ser humano. En los clubes deportivos, sea la modalidad que fuere, van y vienen adiestradores, es lo más normal, pero este caso, “una de cal por varias de arena”, no es justo pero sí un detestable acto de ingratitud.

Amambay Digital



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