Pedro Juan Caballero - Tuesday, 15 de October de 2024 |
Lo sucedido con Franco, que en buena ley estaba ganando desde un comienzo el partido, había sucedido con Amambay, pero de manera más alevosa y grotesca en el año 1977, cuando el seleccionado local de Caacupé, que no era otro, que medio equipo de fútbol del club Libertad de primera división, no encontraba la forma legal y honesta para ganarle a la selección de los, Mendoza, Salinas, Dacunha, Urdapilleta, Derene, Almirón, Fernández, Villalba y otros grandes, comandados por Ramón Fernández y presididos por Mario Cesar Ayala.
En el partido final, gracias al primer gran robo, Caacupé logró forzar una finalísima con Amambay, y ese mismo día, finalizado el encuentro, por alguna “orden superior”, muy de moda en aquel entonces, un numeroso grupo de hinchas pedrojuaninos que iban en un camión, con la excusa de que al pasar frente a un bar arrojaron una botella, al llegar frente a la delegación de gobierno fueron detenidos por la policía y llevados a la jefatura en donde durante lo que restó de la noche y madrugada del día siguiente, fueron descuereados y castigados físicamente, permaneciendo en dicha dependencia hasta minutos antes de que se inicie el partido, en que fueron liberados gracias a la amenaza de Amambay de no presentarse si eso no sucedía.
El partido por la finalísima estuvo en todo momento a expensas del árbitro principal, el tristemente célebre, Gregorio Díaz Gadea, quien ante la inutilidad del seleccionado local que lo contrató, o mejor dicho, sobornó, comenzó a llenar de faltas, más inexistentes que existentes, a los jugadores de Amambay, y no conforme con eso, porque el equipo local no lograba convertir, estando el marcador 1 a 1, comenzó a expulsar a los jugadores de Amambay, hasta dejarlo apenas con dos, si mal no recuerdo, Yeyi Mendoza y Juan “Pirulo” Derene.
En esa instancia, el partido no pudo proseguir y Díaz Gadea dio el pitaso final consagrando de la forma más grotesca, como campeón, al seleccionado local, escribiendo así la historia más negra de los campeonatos nacionales de fútbol de salón. En dicha oportunidad, los jugadores de Amambay fueron recibidos en Pedro Juan Caballero con una inmensa y bulliciosa caravana de vehículos nunca antes vista, que solo volvería a repetirse 20 años después, en 1987, con la conquista de 2º título de campeón obtenido en Encarnación, y que dio paso a 8 títulos más conquistados hasta hoy.
La copa voladora
Para la entrega de premios, el único que quedó para recibir la copa de Vicempeón, que inmerecidamente de correspondió a Amambay, fue Lauro Guerrero, quien recibió dicha copa de manos del ministro de Defensa Nacional, Gral. De Div. (SR) Marcial Samaniego, y tras recibirla, la arrojó por los aires dejándola caer y que se descuartizara contra el piso.
Por esta admirable actitud de rechazo y repugnancia hacia lo sucedido con Amambay, de no haber sido por su parentesco político con un influyente militar de alto rango de la época, que abogó por él, Lauro hubiera sido acusado y arrestado por antipatriota, porque según alegaron, la “copa de la vergüenza”, tenía colgada una cinta tricolor. Un matutino de la capital publicó en su portada la foto de Lauro mirando hacia arriba con las manos extendidas, y por encima de él a unos 3 o 4 metros, la copa que gracias a Dios, nunca contaminó la nutrida y más laureada vitrina de la Federación de Fútbol de Salón de Amambay.
Alejo A. Mendieta